Vínculos que duelen
En este artículo hablamos de esos vínculos afectivos que duelen: relaciones en las que damos demasiado, nos cuesta poner límites o terminamos perdiéndonos en el intento de sostener al otro. A través de una mirada Gestalt, reflexionamos sobre los patrones que repetimos en la forma de amar, la necesidad de comprender de dónde vienen y cómo, desde esa conciencia, podemos empezar a elegirnos diferente. Descubre por qué repites vínculos que duelen y cómo, desde la terapia Gestalt, puedes comprender tus patrones y aprender a quererte diferente.
Débora Cámara - Terapeuta y Trabajadora social
10/20/2025


No todos los vínculos nos nutren. Algunos se convierten en lugares de desgaste, donde el amor se confunde con dolor.
A veces damos demasiado, nos cuesta poner límites o permanecemos en relaciones que sentimos que nos vacían, creyendo que eso es amar.
Hay relaciones que sostenemos durante años aunque duelan, vínculos en los que entregamos más de lo que tenemos, espacios donde decir “no” parece imposible. Y aun así, seguimos allí.
Nos convencemos de que amar es aguantar, de que cuidar sin ser cuidados es normal, de que el cansancio emocional es parte del precio de estar acompañados.
Lo más difícil de ver es que muchas de esas formas de amar no nacen de la maldad, sino del aprendizaje.
Crecimos creyendo que para ser queridos teníamos que adaptarnos, sostener, ser comprensivos, no molestar.
Y sin darnos cuenta, repetimos los mismos patrones: nos vinculamos desde la necesidad de ser aceptados, desde el miedo a perder, desde el deseo de no quedarnos solos.
El problema no es solo el otro.
El verdadero trabajo empieza cuando me pregunto:
- ¿Por qué me instalo una y otra vez en vínculos que duelen?
- ¿Por qué aprendí que amar implica sacrificio?
- ¿Qué historia mía se repite cada vez que me pierdo intentando sostener al otro?
No se trata de buscar culpables, sino de comprender el patrón.
De entender por qué me coloco en esos lugares, por qué mi forma de amar adopta ciertas formas, por qué confundo amor con entrega total o cuidado con control.
Y una vez que logro mirarlo sin juicio, puedo abrir la posibilidad de elegir diferente… o de elegirme diferente.
Porque el amor no debería doler así.
El amor también puede ser descanso, cuidado y elección.
Puede ser un espacio donde no haga falta perderme para que me quieran, donde amar no signifique olvidarme de mí.
Quizá es momento de preguntarte:
¿La forma en la que quieres y te quieren es realmente la que deseas para ti?
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